Felizmente, hemos pasado por el segundo trimestre de embarazo. Según los entendidos en ginecología y obstetricia, el mejor de los tres; el primero no es del todo bueno por las incertezas respecto al efectivo implante y desarrollo posterior del embrión, y el tercero tampoco le va a la zaga, por la cercanía del alumbramiento y la pesadez y voluminosidad extrema de la madre.
Si algo hay que resaltar a nivel práctico y familiar relacionado con el segundo trimestre de gestación, sin duda para nosotros, ha sido el crecimiento desmesurado de la barriga de mi mujer. Vaya, ahora ya no se puede negar que está en estado de gracia, porque se le nota hasta con los abrigos plumíferos acolchados; y asiduamente, la gente ya le cede el asiento en los transportes públicos, que mi compañera coge porque conforme pasa el tiempo de embarazo, ella se siente más pesada y cansada.
Clínicamente hablando, señalamos las periódicas ecografías y visitas al ginecólogo que han arrojado un resultado claramente satisfactorio, concretamente en los análisis para detectar la toxoplasmosis, síndrome de Down, y anomalías formativas en el cerebro y en el corazón. Queda claro que hoy en día con los avances de la medicina, se sabe mucho más que hace unos años en lo que al crecimiento del feto se refiere.
Nuestro hijo crece actualmente en posición sedente y sus padres ya sienten sus movimientos intrauterinos que se manifiestan cada vez con más frecuencia. Esto nos ilusiona sobremanera y hace que afrontemos con ganas el tercer y definitivo trimestre.
Socialmente, el nasciturus provoca diversas compras de objetos como ropa, carrito, cuna, cómoda, bañera, cambiador; y obras de restauración y acondicionamiento en su habitación como pintarla y prepararla para que aloje adecuadamente a nuestro niño.
Seguiremos informando.